viernes, 21 de noviembre de 2008

EL SISTEMA (monstruo insaciable).


-Hola ¡buenos días!
-¿Qué tal?
-¿Cómo fue el fin de semana?
-¡Bien! El sábado por la mañana me fui a pasear por Collserola, hizo una mañana estupenda y por la tarde fui a una concentración en la plaza de Catalunya, éramos mas o menos los de siempre (el resto... consumiendo).
-Hubo charlas de los diferentes colectivos, trabajadores afectados por los despidos, obreros en huelga, maestros y estudiantes, colectivos de emigrantes, gais y lesbianas, comités de empresas, solidarios del comité de transportes, etc.
-La verdad es que es para estar desanimado, esto no tiene solución, unos pedían, como es lógico, mantener el personal de las empresas. Otros haciendo uso de la evidencia advertían del engaño de los sindicatos y sus dirigentes y que en toda negociación hay que mantener lo acordado por la asamblea.
-Es estupendo pero la historia nos demuestra que siempre caemos en lo mismo.
-¿Pero algo abra que hacer?
-¡Si! Y eso es lo que me desanima. Hagas lo que hagas siempre perdemos los mismos
-Si que eres pesimista...
-Ya no sé si soy pesimista o realista ¡bueno es lo mismo! Tu crees que una empresa, sobre todo una empresa grande pongamos una multinacional, por mas ayudas que reciba del gobierno, dinero del contribuyente, cuando esta empresa no le salen las cuentas, y es lógico que no le salgan puesto que se produce sin planificación y si alguna planifica, dura un tiempo, no se puede consumir tanto como se fabrica, entonces sobran empleados, es normal.
-Bueno eso es lo que ellos llaman libertad, libertad de mercado... para manipular, libertad para tenernos a todos controlados, donde con el engaño "europeo" y los "progresistas" lo privado se desplaza ocupando lo que va quedando de publico.
-¿Que solución tienes?
-¡No tiene solución! ¡Bueno! No tiene solución dentro de este sistema.
-El sistema es un munstruo que siempre quiere mas, y esto es su perdición, necesita consumidores, todo es un engaño, lo popular lo visten de clase media y si estos están en paro poco pueden consumir y los que trabajan siguen hipotecados.
-¿qué alternativa tienes? ¿cambiamos el sistema?
-La verdad es que es difícil, una mayoría no estamos preparados, hasta ahora enseñan a competir, premian a los mejores, los que mejor se adaptan, los que menos problemas aportan, falta como alguien dijo hace tiempo, una generación que se eduque y crezca con valores que proclamaba la "Escuela Moderna" (de Francisco Ferrer Guardia), entonces la cosa cambiaría.
-Ahora mientras no nos falte de comer... aunque solo sean bocadillos de demagogia y sobre todo el movil... por favor el movil... seguiremos aguantando, el sistema ya hará lo imposible para que no nos falten las migajas.
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jueves, 13 de noviembre de 2008

Mi Historia: (escrita por Manuela Garcia Gallardo)

En el Centro de Día Pi i Molist

MANUELA

Yo vivía en una era con mi madre, mis dos hermanas y mi abuela en una casita que era de los animales: de los caballos, de los bueyes, pues tenía un corral donde comían los animales. Allí jugábamos mi hermana y yo cuando los animales ya habían dejado de comer. Cuando amanecía, la casita estaba mirando al sol. Yo tenia seis años. Salía a la puerta y veía todo el campo lleno de amapolas rojas y de trigo, el sol y el aire. Entonces vino mi tío de la guerra que pasó por Alcázar de San Juan, al vernos se encontró a mi madre con tres hijas y mi abuela viuda.
Mi madre entonces, me trajo a mi que era la del medio a Barcelona. Pues mi tía ya nos esperaba aquí en una casa que había en la Riera, cerca de Virrei Amat; de allí nos pasamos a vivir a Can Peguera. Entré en la casa a los 6 años.
Mi tío era alcohólico, vendía fruta y verdura por la calle. Se gastaba el dinero que cobraba en el bar y al día siguiente ni podía ir al Borne. Mi tía y yo pasábamos mucha hambre. A él lo alimentaba el alcohol. Dejó de vender fruta y verdura.
Íbamos a la montaña a buscar leña para venderla para quemar y hacer la comida en las cocinas; salíamos a las 4 de la mañana, mi tío, mi tía y yo con un carro bastante grande sin almorzar nada, tardábamos 2 horas en llegar cerca de Cerdanyola. Mi tío llevaba la bota de vino, se bajaban a una hondonada mi tía y él y yo me quedaba arriba con el carro vigilándolo todo el día sola, con 8 años. No pasaba en todo el día nadie y me distraía mirando los árboles, como se movían las hojas, mirando las piedras, el aire y el Sol. Por eso ahora me gusta tanto el aire.
A las 12 tiraban los barrenos, entonces subían los dos y comíamos media sardina o arengue para mi tía y media para mi y para mi tío una entera, porque él era el que trabajaba más. Y una barrita de pan pequeña para los tres, el trozo del medio era para mi tío porque no tenia dientes. De la sardina o arengue la parte de la cola para mi, la parte de la cabeza para mi tía y una naranja para cada uno. A las 6 de la tarde nos bajábamos en 2 horas de camino, entonces mi tío partía la leña en trozos pequeños para venderla. Mi tía hacia una sopa de pan con tres trozos de pan en el plato y con agua, esto era la cena. Y al día siguiente otra vez lo mismo.
Me he dejado que la casita en el pueblo tenía un pozo dentro de la casa donde dormíamos y una cocina en el suelo y una en la era. Era todo un cuadro difícil de soportar, cuando llovía me mojaba toda, me ponía chorreando. En el verano todo el día estaba debajo del Sol y en el invierno por la mañana a la sombra hasta que salía el Sol. Estaba como una negrita. A los 6 años y medio entré en el colegio Ramiro de Maeztu. Iba al parvulario. Después mi tío me cambio a la calle 9, ahí estuve medio año y allí aprendí a leer y a escribir. A los 7 años me quemé el pie. A los 8 años la columna. A los 10 años la nariz. A los 11 años me quedé electrocutada y se me torció la columna. Y a los 12 años ya estaba trabajando para y por las fábricas. A los 18 años entré en las hilaturas textiles: "Román Camps". A los 19 años estuve trabajando a destajo. Y a continuación entre en el "Mental". Y hasta ahora todavía estoy aquí.
Mi abuela hacia una sartén donde preparaba las "galtas" dulces y ponía una manta en la puerta de la casa, en el suelo comíamos todas y en la misma sartén a la luz de la Luna, sintiendo y oyendo cantar a los grillos.
En la manta en el suelo, por la tarde al lado de la casa que hacía sombra, yo echaba la siesta.

Moraleja:
Cuando tenía dientes
No tenía comida.
Ahora que tengo comida,
No tengo dientes.
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Currículum Vitae de Manuela.

Empecé a trabajar a los ocho años, en la montaña, cuidando el carro y la leña que sacaba mi tío de la tierra, eran socas. Pues salíamos a las cuatro de la mañana y llegábamos al sitio en la montaña a las seis. Dos horas andando sin almorzar. Me tiraba doce horas sola en la montaña, tanto si llovía como si hacía frío o calor.
A los doce años empecé a trabajar en el jardín de Rosita, llenando paquetes de escamas y pesándolos kilo a kilo.
A los trece hice de niñera y de criada en la plaza Maragall. Me iba cada día y volvía andando porque no teníamos dinero para el tranvía. Me pagaban seis duros al mes más la comida. Trabajé cuatro meses y lo dejé.
Entonces entré a trabajar, a los quince, en una fábrica de cables de la luz. Estuve un año.
Después estuve en una fábrica de cepillos para el pelo, de madera.
Seguidamente en sistemas de control, era una imprenta.
Luego en la Riera Marsá, llenando paquetes de tomatina y chocolate en polvo.
A los diecisiete entré en una fábrica de termómetros de la fiebre, en el paseo de Sant Joan. Trabajé un año. Allí aprendí a pulir la cera y por eso sé pintar, pues yo gravaba las décimas del termómetro.
A los dieciocho, en Virrey Amat nº 1, Hilaturas El Rubí, hasta los 37 años, que me frenaron la máquina porque no me querían indemnizar y me han dejado inválida para toda la vida.
Que el demonio los tenga en el infierno.
Trabajé (también) en Can Joanet, en Gràcia, en un restaurante que ahora tendrá unos doscientos años.
Después en el hotel Alicante, que estaba en la calle Pelayo, ayudando en la cocina.
Y después en el Aricasa Hotel.
También en una fábrica de tejidos. Me tenía que levantar a las cuatro de la mañana. Trabajé una semana porque me daban ocho duros a la semana,…, y al colgar la bata me los robaron. Ya no fui más.
En Gracia, en una casa de comidas que hacían para la calle. Habían dos cocineros. Fui un día y ya no fui más.
Y, en el restaurante Can Gilera, en Fabra i Puig.
En un restaurante chino, por la calle Amilcar hacia arriba, fregando platos y limpiando.
En una peluquería, lavando cabezas, en Virrey Amat. También en otra de Gràcia,…, y en la avenida de Montserrat.
En la calle Cadí, en el bar que se hundió.
Después hice depilación por las casas.
Y después teñía, marcaba y peinaba por las casas.
Manuela G.

lunes, 10 de noviembre de 2008