lunes, 29 de enero de 2007

Sevilla - 1955

Era invierno.


Hacia mucho frío y en casa sentados alrededor de la mesa camilla, redonda, con el brasero debajo, estábamos los tres, mi madre mi hermana y yo, era de noche y esperábamos a mi padre, el mantel nos cubría las piernas y la "copa" llena de carbón de orujo, este al rojo vivo, estábamos muy calentitos y mi padre a punto de venir; fuimos notando como el sueño se apoderaba de nosotros.
Al rato.
Nos quedamos dormidos.
No se cuanto tiempo pasó; despertamos en la calle.
Mi padre nos había bajado, abriendo a continuación puerta y ventanas para que entrara el aire fresco desalojando a la vez el monóxido de carbono producido por el brasero.
Nunca habríamos despertado.
Suerte, que, ¡todos esperábamos a mi padre!

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