jueves, 8 de marzo de 2007

Una vida sencilla.



Hizo un breve repaso a sus cincuenta y siete años, pensó en su infancia y quiso pasarla tan rápido como tardan en ser escritas estas palabras, ni la escuela del momento ni los profesores fueron los apropiados, para otros valdrían pero no para él, introvertido, necesitaba explicaciones, palabras no castigos, se quedo en la espera, nadie cruzo su camino, nadie y le hacia falta; fueron años sobre todo para sus padres, de mucho trabajo pocas palabras y poco sustento.
Al cumplir los catorce, dejo la academia y empezó en el mundo laboral, se iba formando hasta convertirse en un buen operario y a la vez comprobando la poca valía y prepotencia de una gran parte de la sociedad (quizás, hasta ese momento los había valorado demasiado) y descubriendo a la vez cualidades escondidas en su mentalidad modesta. Entonces, decidió darle sentido a su tiempo libre. Dibujaba y pintaba, especialmente los fines de semana, empezó a leer. Vio que sin proponérselo su visión era diferente al resto, lo asumió porque así era.
Epoca de Beatles, pero a él le interesaba más los "canta-autores" la música de "protesta", la música de Yupanqui, Paco Ibañez, Manuel Gerena y el espíritu de justicia social llenaba los rincones de su casa.
Estaba en estas divagaciones cuando apareció ella, la que siempre fue su compañera y madre de sus hijos, días felices compartiendo y descubriendo sensaciones hasta entonces no sentidas; sentimientos que duran toda la vida. Días también de imposiciones, compromisos, citas ajenas que le implica, sin ningún deseo por su parte, días perdidos, por no discutir, por ... por ella...
Pasan los años, más tarde en el momento que deciden llegan los hijos, años de felicidad, de aprendizaje, aprovechan los momentos, el colegio, el parque, hablan, juegan, visitan los museos, salen al campo, van aprendiendo. Siempre tuvo presente lo importante de esos años, por eso aprovechó la convivencia con sus hijos (sus hijos, aunque siempre dijo que no eran de nadie, sino de ellos mismos) y gracias ha ellos tuvo la infancia que hubiera deseado tener, recordando siempre esos años como los más felices de su vida.
Y siendo buen artesano, fueron pasando los años. Fueron muchas las empresas, mucho esfuerzo realizado y mucho beneficio dado, vio como muchos jefes a la hora de elegir prefieren en general a un rastrero adulador, compañeros hubo de todo pero poco a resaltar, le defraudaron bastante... al igual que la política.

Cincuenta i cuatro años, llevaba meses en paro y nadie lo contrataba, unas veces por la edad y otras (como el decía) ¡por demasiada experiencia!. Su mujer le comento que probara en el hospital, uno cercano a su casa y echó la solicitud. Paso un tiempo y lo llamaron, no para instalador pues ahora pedían estudios y el solo tenia experiencia. Lo contrataron de chofer, fueron dos años y seis contratos, el cambio fue positivo, de trabajo y de carácter, de "intro" a "extrovertido". El servicio era de cuatro coches en circunvalación por el hospital, llevaba a pacientes y familiares, el trato era agradable y divertido aunque a veces alguien subía y con él su mal humor, subían fastidiaban un rato y se marchaban los dos. Fue un tiempo feliz, no parecía trabajo.

Anulan el servicio, pasan unas semanas y lo llaman de portero, después de unos meses de portero convocan la plaza y otro "compañero" fijo y a punto de jubilarse la solicita, se la dan y de nuevo al paro.

Más tarde, otra suplencia, en un edificio antiguo, había sido escuela en tiempos de la República, ahora es el "frenopatico" (Centro de día, dependiente del mismo hospital). El sitio le gusta, esta rodeado de arboles, un patio, un jardín y un huerto, por dentro lo han pintado de alegres colores, están los despachos, el club con el equipo de música y la TV. donde pasan las películas, la biblioteca y diferentes talleres, en uno reciclan papel, otro de cerámica, de pintura, también uno de escritura (editan una revista que sale dos veces al año) y un equipo de fútbol. Las paredes están llenas de cuadros, murales y alguna que otra escultura, el Centro parece un museo.
Trabaja de mantenimiento en el centro y en los 16 pisos tutelados, realiza arreglos que los demás agradecen, es chofer de una super-furgoneta, se encarga del almacén (medio en broma dice que es psicólogo y payaso... pero por eso no cobra) atiende el teléfono y la portería y a ratos en la oficina, recoge letras y forma sencillos escritos, él dice que son cosas del sentimiento.
Ahora después de un año lo han hecho fijo, la empresa se sirve de su experiencia aunque poco lo valoran, valoran los "objetivos" que terminando el año se reparten diplomados (ahora... "socialistos y socialistas") ... agradecen su experiencia, como no podía ser menos; pero él es feliz y no llega a "mil-eurista".
Hoy después de acabar la jornada, se ha quedado sentado en el banco de la puerta, no tiene prisa y se ha puesto a meditar.


Antes, pensaba de una manera "global" y entonces se deprimía, no veía la solución y pierde las esperanzas.
Ahora piensa de una manera "local" piensa que quizás no solucione mucho pero seguro que con su humilde aportación esta arreglando su entorno por eso todos le dicen ¡siempre estas de buen humor! Y el contesta, que así se siente mejor, y si los demás se alegran y se ríen, pues doble satisfacción...

2 comentarios:

Stratego dijo...
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Jana dijo...

papa, se que te lo digo poco: te quiero mucho. Gracias por cada día, gracias por ser tu, gracias por tu complicidad, gracias por tus medias sonrisas y por contagiarme tu alegria de vivir.