jueves, 13 de noviembre de 2008

Currículum Vitae de Manuela.

Empecé a trabajar a los ocho años, en la montaña, cuidando el carro y la leña que sacaba mi tío de la tierra, eran socas. Pues salíamos a las cuatro de la mañana y llegábamos al sitio en la montaña a las seis. Dos horas andando sin almorzar. Me tiraba doce horas sola en la montaña, tanto si llovía como si hacía frío o calor.
A los doce años empecé a trabajar en el jardín de Rosita, llenando paquetes de escamas y pesándolos kilo a kilo.
A los trece hice de niñera y de criada en la plaza Maragall. Me iba cada día y volvía andando porque no teníamos dinero para el tranvía. Me pagaban seis duros al mes más la comida. Trabajé cuatro meses y lo dejé.
Entonces entré a trabajar, a los quince, en una fábrica de cables de la luz. Estuve un año.
Después estuve en una fábrica de cepillos para el pelo, de madera.
Seguidamente en sistemas de control, era una imprenta.
Luego en la Riera Marsá, llenando paquetes de tomatina y chocolate en polvo.
A los diecisiete entré en una fábrica de termómetros de la fiebre, en el paseo de Sant Joan. Trabajé un año. Allí aprendí a pulir la cera y por eso sé pintar, pues yo gravaba las décimas del termómetro.
A los dieciocho, en Virrey Amat nº 1, Hilaturas El Rubí, hasta los 37 años, que me frenaron la máquina porque no me querían indemnizar y me han dejado inválida para toda la vida.
Que el demonio los tenga en el infierno.
Trabajé (también) en Can Joanet, en Gràcia, en un restaurante que ahora tendrá unos doscientos años.
Después en el hotel Alicante, que estaba en la calle Pelayo, ayudando en la cocina.
Y después en el Aricasa Hotel.
También en una fábrica de tejidos. Me tenía que levantar a las cuatro de la mañana. Trabajé una semana porque me daban ocho duros a la semana,…, y al colgar la bata me los robaron. Ya no fui más.
En Gracia, en una casa de comidas que hacían para la calle. Habían dos cocineros. Fui un día y ya no fui más.
Y, en el restaurante Can Gilera, en Fabra i Puig.
En un restaurante chino, por la calle Amilcar hacia arriba, fregando platos y limpiando.
En una peluquería, lavando cabezas, en Virrey Amat. También en otra de Gràcia,…, y en la avenida de Montserrat.
En la calle Cadí, en el bar que se hundió.
Después hice depilación por las casas.
Y después teñía, marcaba y peinaba por las casas.
Manuela G.

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