jueves, 18 de enero de 2007

Los sin rostro.

Por más personas que hubiera, hicieran lo que hicieran, algo, un rechazo, impedía que las personas se unieran.
En "la ciudad de la gente sin rostro" las personas no veían no oían y tampoco hablaban, estaban por todos los rincones.
Por más personas que hubieran, hicieran lo que hicieran, algo, un rechazo, una fuerza impedía que la gente se uniera.
Ellos no lo sabían, por eso creían que estaban solos.
Pasaban los días, pasaron los años y todo seguía igual, la rutina la monotonía abarcaba todo el espacio.
Sentado en un banco.
Un hombre joven sin rostro se levanta y camina, al rato, como siempre ocurre a la gente sin rostro siente la fuerza que le empuja hacia atrás, siente el rechazo y por esta vez siente deseos de romper el tedio, de luchar, de salir o entrar no sabe donde, pero desea luchar, algo en su interior se lo esta pidiendo, experimenta una sensación nueva, se siente bien, sigue luchando, sin saberlo, toca con sus manos a otro hombre, sin saberlo, a este hombre le brota el rostro y con ello, ojos, orejas y boca, por lo que el hombre, ve, oye y habla. El hombre se aparta y con él la sensación de bienestar que sentía el hombre joven sin rostro.
El hombre joven sin rostro sigue caminando y allí donde siente el rechazo, empuja, lucha, siente la satisfacción de nuevo, se siente bien, y como ocurrió la primera vez, la persona recupera el rostro, vista, oído y el habla, al mismo tiempo se retira.
Repite como diez veces más y se sienta en el banco, agotado y contento por el esfuerzo y la satisfacción que ha realizado ese día.
Sin él saberlo, hoy, hay doce personas que recuperaron su rostro, la vista, el oído y el habla.
Siguen días, y con ellos el esfuerzo y la satisfacción.
Pasan, las semanas, los meses y los años.
Cada vez son más los que recuperan el rostro, la vista el oído y el habla. (se diría que solo queda él)
El joven sin rostro se encuentra en el banco convertido en "el viejo sin rostro". No quiere levantarse, se siente cansado, no tiene más fuerza, no sabe que lo observan, muchos lo ignoran, otros pocos, sienten compasión por él pero no se acercan, quizás tienen miedo a convertirse otra vez en hombre sin rostro.
Amanece otro día, y el viejo se convierte en "el viejo sin rostro y sin vida"
Pasan personas y un niño le dice a otro.
-Pobre viejo, algo nos impedía acercarnos a él, siempre solo, todos le teníamos miedo, sin rostro, sin vista, sin oído, sin habla.


No saben que por el viejo, ellos, tienen rostro, vista, oído y pueden hablar... Y si alguno lo supiera, dirían.
– Lo hacia por egoísmo, era su satisfacción...

1 comentario:

piti dijo...

el presente.molt bo